Cambiar significa la acción o transición de un estado inicial a otro diferente. Estamos en constantes cambios en nuestras vidas, pero a veces surgen dudas sobre cambios más profundos según las situaciones a lo largo de nuestra existencia. A menudo puede ser una crisis —por ejemplo, la pérdida de un trabajo o el fracaso de un negocio— lo que nos lleva a reflexionar seriamente sobre nuestra carrera profesional y nosotros mismos. En mi caso por ejemplo hubo una reflexión importante sobre el cambio cuando cumplí cuarenta años. Es prácticamente la mitad de nuestra vida y de repente uno es más consciente del tiempo que nos queda. Algunas de las preguntas que me surgían eran:
¿Estoy realmente haciendo algo que me gusta y me llena?
¿Estoy aportando algo significativo al mundo?
¿Estoy donde quería estar?
¿Vivo la vida que quería tener?
¿Mi vida profesional está en consonancia con mis pasiones y valores personales?
Teniendo en cuenta la cantidad del tiempo que pasamos trabajando durante nuestras vidas, es sumamente importante que estemos haciendo algo que nos haga feliz. “La mayoría de las personas que buscan trabajo no encuentran el trabajo de sus sueños porque no se conocen a sí mismas, no porque desconozcan el mercado laboral” dice Dick Bolles, autor de una guía profesional líder en ventas: “¿De qué color es su paracaídas?”. Por lo tanto, si no encontramos este trabajo soñado, hay que crearlo y para ello, el primer paso es conocerse bien a uno mismo. La importancia de conocerse a uno mismo ¿Quién soy? Es una pregunta simple con una respuesta compleja. Engloba conceptos como la definición de tu persona en cuanto a tus intereses, competencias y habilidades (talentos naturales y adquiridos), personalidad, así como tus valores, inteligencia, sentido del humor, educación etc.
Cuando éramos niños, sabíamos exactamente lo que nos gustaba hacer. En mi caso, siempre he sido una persona aventurera, creativa, amante de los animales y deportista. Mi sueño era vivir cerca del mar, hablar idiomas y viajar.
Sin embargo en algún momento, parece que está claridad se desvanece y dejamos de prestar atención a nuestra “voz interior”. Nos dejamos influenciar más por las expectativas de otras personas, como nuestros padres, compañeros, profesores o pareja. Dejamos de ser aventureros y basamos nuestras decisiones en la seguridad, la estabilidad y la “normalidad”, siendo como los demás. ¿No te ha pasado que anhelas a veces los sueños de la infancia no realizados? Quizás es aquí donde reside la razón de no sentirse pleno y satisfecho. ¿Dónde estoy? Quizás nunca has estado en una situación de despido, estrés, o insatisfacción laboral que te haya forzado a tener que pararte y reflexionar. Muchas veces estamos en un estado de piloto automático, conducimos sin dificultades, pero el ritmo, la dirección y la velocidad están controladas por la propia inercia y no por nuestro propósito consciente.
La manera inconsciente de pasar por nuestras vidas puede provocar que perdamos control sobre la situación. Es como el camino al trabajo. Todas las mañanas cogemos el coche, no prestamos atención a la conducción, aún así siempre llegamos. La pregunta es, si es el sitio deseado al que querías haber llegado. Y si no lo es, ¿qué harás a partir de ahora¿ ¿Cuál es tu propósito? Técnicas que pueden ayudarte a contestar a estas preguntas No es fácil llegar a las respuestas. Como ya decía Abraham Maslow: “No es normal saber lo que queremos. Es un logro psicológico poco común y difícil de alcanzar.” Esta dificultad tiene que ver en gran parte con nuestras creencias, a veces limitantes, sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo. Se van construyendo a lo largo de nuestras experiencias vitales y a través de las interacciones familiares, sociales, educativas y laborales. Configuran nuestras acciones y nos impulsan hacía una determinada dirección en la vida. Suelen estar muy arraigadas en nuestra forma de pensar, en nuestro inconsciente y no solemos plantearnos su veracidad. Las damos por válidas sin cuestionarlas. Por lo tanto, lo primero que debemos de hacer es parar y analizar de forma consciente nuestra situación, para después poder tomar decisiones coherentes con nosotros que nos llevarán al camino deseado. Existen diferentes técnicas para ello como por ejemplo el Business Model YOU de Tim Clark y Alexander Osterwalder, herramientas de Design Thinking, el concepto japonés de “Ikigai” que parte de la necesidad de buscar tu razón de ser o sentido de la vida o dinámicas de Coaching para la introspección y visualización. Elige bien tu ayuda, que tenga la posibilidad de tomar distancia de tu persona, con la guía de un Coach o de un Grupo de Trabajo, como en el evento Next New Work, que se va a celebrar del 19 al 21 de marzo en Gran Canaria. ¿Cambiar o no cambiar?
Como hemos dicho al principio, es importante conocerse a uno mismo para saber lo que uno quiere. En mi opinión nunca dejamos de aprender sobre nosotros mismos. Durante la vida, y aunque los objetivos pueden ir cambiando en función de las circunstancias, nuestros propósitos vitales, pasiones e intereses suelen tener una cierta estabilidad desde nuestra infancia. Quizás nos hemos desviado del camino con el paso del tiempo, pero lo importante es saber, a dónde queremos llegar para poder reconducir la ruta.
Cada persona tiene sus propias necesidades y deseos, los cambios no siempre tienen que ser grandes, pequeños cambios pueden producir grandes resultados. La clave está en encontrar el equilibrio entre la renovación constante y la estabilidad necesaria. Es importante conocerse a sí mismo, saber lo que uno quiere y tener claro el por qué tomamos la decisión del cambio.
Comments